miércoles, 23 de octubre de 2019

Perón....Perón


 Reseña del trabajo de Daniel James. Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina. 1946-1976. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1990.

Para James encontrar los fundamentos de identificación de la clase trabajadora con el peronismo implica reconocer dimensiones de la realidad que indaguen cuestiones que exceden el objetivo aumento de su fuerza social producto de la mayor industrialización, como así también los cambios en su composición y la integración de las organizaciones obreras al aparato del estado. Sin dejar de reconocer el ineludible rol de las mejoras materiales expresadas en los niveles de salarios y bienestar social, es necesario buscar en otras causas menos tangibles.


Años de conservadurismo resultaban reactivos a sus valores liberales. Se destaca la resignificación que realiza el peronismo del concepto de ciudadanía, concebido por el liberalismo en términos de derechos individuales donde el Estado y la política se encontraban escindidos de la sociedad civil. El peronismo ubica la ciudadanía en un espectro más amplio de reconocimiento de las relaciones económicas y sociales. En tal sentido el peronismo logra captar el proceso real de aumento de la fuerza social de los trabajadores en su reconocimiento como clase y sujeto político con derecho a organizarse y tener acceso al Estado. Asimismo, en contraste con la década infame cargada de humillación y frustración, tanto individual como colectiva, representadas en la dureza de las condiciones de trabajo y la disciplina laboral, los trabajadores identifican en el peronismo su dignificación, una condición herética contra los valores culturales y simbólicos precedentes.

El peronismo concebía al Estado como un espacio de disputa entre distintas clases sociales que se organizaban política y socialmente en defensa de sus intereses corporativos. El rol del Estado era de una suerte de árbitro identificado en la figura de Perón, que sin embargo se ubicaba por fuera de la pertenencia a cualquiera de ellos. Más allá de los fuertes rasgos personalistas del régimen peronista durante el segundo mandato éstos quedan subordinados a la afirmación de la fuerza social y organizativa de los trabajadores como clase con su incorporación al manejo del Estado en tanto sujetos del cambio y desarrollo de la nación impulsando la industrialización y el nacionalismo económico con el objetivo de la “Argentina potencia” en contra de quienes querían atar los intereses nacionales a los de Gran Bretaña y Estados Unidos bajo el rol de proveedores de materias primas. Es así que los trabajadores asocian el peronismo a la industrialización y a ellos mismo como los sujetos que la llevan adelante.

Para James la identificación del peronismo con el progreso industrial y social y con la modernidad no está tanto relacionado a su programa político dado que en parte aspectos programáticos del peronismo eran compartidos por su oposición política. Sin embargo, en manos del peronismo resultaban de mayor credibilidad en tanto que parte de los partidos de la oposición mantenían relaciones con instituciones y símbolos de las elites oligárquicas tradicionales del Jockey Club y de la Sociedad Rural. Asimismo, desde el punto de vista que la constitución de la fuerza social de la clase trabajadora se efectúa a partir del crecimiento industrial habiendo encontrado su cohesión organizativa y política a partir de esa base económica por iniciativa de Perón desde la Secretaría de Trabajo y Bienestar Social, en sus manos el discurso del progreso a partir de la industrialización resultaba más verosímil. Este discurso a su vez iba acompañado de una negación que tal progreso implicaba mayor explotación, sino por el contrario implicaban la justicia social y la soberanía nacional. La credibilidad adquiere un carácter central para James.

Perón posee gran habilidad para dirigirse a la clase obrera absorbiendo diversas sensibilidades en un discurso que posee una retórica concreta que eleva a un nivel superior a la clase trabajadora donde pueblo y nación están constituidos principalmente por los obreros, donde los términos son intercambiables o sintetizados en la definición “pueblo trabajador”. Asimismo, está cargado de un sentido de inmediatez que afirma la suficiencia de las condiciones culturales de la clase obrera tal cual es, negando la necesidad de una elite política iluminada y denostando el intelectualismo.

Quizás aquí este lo central de la identificación de la clase trabajadora con el peronismo. Su carácter herético reside en haber sido capaz de dar expresión al espíritu de irreverencia que ya hacia 1945 se transformaba en crisis política con la puesta en cuestionamiento de las relaciones sociales, tendiendo a superar la autoridad y el “sentido de los límites” mostrando una recuperación de la confianza de la clase obrera en sus propias fuerzas y poniendo a la defensiva a las elites.

El legado del peronismo resulta ambivalente en el sentido que al mismo tiempo que plantea un reconocimiento de la clase obrera como tal, y por ende de su fuerza social, este reconocimiento es efectuado bajo la lógica de establecer un límite a sus aspiraciones sociales y evitar que se desplieguen en toda su potencialidad. Para establecer este límite el peronismo se apoyaba en un realismo de supuesta visión política limitada de la clase obrera, es así que las referencias utópicas como el fin de la explotación eran creíbles a partir de la acción concreta de Perón en contraposición a las promesas políticas efectuadas durante la década infame. Esta credibilidad se sintetizaba en: “¡Perón cumple!”.

El peronismo canalizó la emergencia social y política de la clase obrera con una fenomenal potencia hacia su institucionalización y regimentación para desviar el desafío herético de su primer momento absorbiéndolo bajo una “nueva ortodoxia patrocinada por el Estado”, una suerte de “desmovilización pasiva”. Su expresión es que la fuerte organización sindical cohesionada y vertical es puesta en función de actuar como representante de los intereses del Estado en el movimiento obrero. Toda la fuerza desarrollada por los trabajadores eran canalizados hacia la idea de desarrollar la comunión de los intereses entre el capital y el trabajo, la colaboración entre clases opuestas en la búsqueda de un capitalismo humano que desarrolle la economía de la nación en base al compromiso social en oposición a un capitalismo internacional e inhumano.

La experiencia de la clase trabajadora con el peronismo no se agota en los establecimientos fabriles sino que se funda también en razones políticas de una particular forma de movilización y discurso político atractivos. En un sentido la clase trabajadora es constituida en fuerza social en el discurso político del peronismo que con cierto éxito logra imponer la idea de armonía social. Sin embargo, su conformación contiene un desarrollo previo independiente que encuentra en Perón soluciones concretas a sus problemas. En tal sentido puede entender como una interacción en dos direcciones.

De aquel sentido herético que ponía en cuestión los límites de lo establecido y a la propia autoridad emerge, peronismo mediante, un movimiento sindical con un profundo espíritu reformista fuertemente subordinado al Estado, impidiendo el surgimiento de un sindicalismo activo y autónomo. De todos modos, la legislación laboral reconociendo derechos de los trabajadores y la obtención de determinadas condiciones de bienestar que perduraran, si bien son apropiadas como conquistas del peronismo, son un reconocimiento a lo que los trabajadores consiguieron en sus luchas y movilizaciones confirmando inevitablemente su fuerza social dentro del capitalismo. Al mismo tiempo constituyen conquistas difícilmente reversibles. En este sentido, se visualiza la imposibilidad del peronismo para desarrollarse como opción hegemónica en el capitalismo en tanto que su fortaleza se convierte en la debilidad de utilizar la fuerza social de la clase obrera desde un ángulo opuesto al que utilizo para constituir su poder político. Los trabajadores eran concientes de su fuerza social, aunque esta era entendida bajo la clave de la colaboración de clases.

 Reseña del trabajo de Mario Rapoport, Historia económica, política y social de la Argentina   (1880 – 2003) – Capítulo 4 Los gobiernos peronistas.

En lo económico el primer peronismo se caracterizo por: importancia del mercado interno, nacionalismo económico, estatismo y papel central de la industrialización. La característica fue que la implementación de estas medidas se valió de un conjunto de instrumentos e instituciones heredadas del régimen anterior y fueron complementadas con nuevos organismos. Pero el cambio más importante fue la aplicación de políticas sociales que provocaron una fuerte redistribución de los ingresos y del poder adquisitivo para los sectores trabajadores y más pobres. Esto duro hasta la crisis de los ´50 donde se aplicaron políticas más ortodoxas.
El IAPI fue un instrumento que garantizo su propio monopolio estatal de venta para participar del comercio internacional. Este vendía al exterior los productos agrarios y les pagaba a los productores con moneda nacional, quedándose con la diferencia entre el peso y la divisa. Estos recursos obtenidos eran transferidos a la industria. De esta manera el Estado obtenía las ganancias de las exportaciones agropecuarias, que anteriormente habían sido usufructuadas por los grandes oligopolios internacionales y sus subsidiarios locales.
-Tercera posición y relación con Latinoamérica
El país estaba lejos de lograr la independencia económica: primero porque la industria era de sustitución de importaciones y gran parte de los bienes de producción eran importados, por lo tanto se quedaba ligado a los ciclos económicos mundiales y su crecimiento seguía dependiendo de las divisas de las exportaciones agropecuarias; segundo porque esa industria seguía siendo en gran parte de bienes de consumo y no de base; en tercer lugar la redistribución de los ingresos reposaba sobre los altos precios de los productos agropecuarios en el mercado internacional. Esto fue el por que de la inflación.
La gran inflación era de tipo estructural ya que estaba vinculada al carácter de subdesarrollo de la economía argentina que a pesar del proceso de industrialización, continuaba preservando una base agroexportadora que ponía limites precisos a su capacidad de expansión.
            A partir de 1952, con la gran caída de precios agrícolas, el gobierno se dio una política de subsidios para la productividad pero limitada y con base en la importación de maquinaria.
            El congreso de la Productividad de 1952 puso límite a la política de aumento salarial y al aumento de los ritmos de producción y mejor relación con los empresarios.           
             El nuevo Estado peronista (1954-1955) estuvo atravesado por una fuerte crisis económica que afectaba fuertemente las bases de sustento del peronismo. La política para enfrentar esta situación movilizo al apoyo popular y puso hincapié en los controles represivos. “La política de agitación del peronismo adquirió un tono marcadamente nacionalista y antioligárquico. El partido peronista, dando su aporte a la victoria electoral de Perón, adquirió un rol mas relevante, lo que intensifico la radicalización política del país”.
            Otra crisis que debió afrontar el gobierno, fue la muerte de Eva Perón, que le quitaba al mismo un referente importantísimo en la movilización de las masas.
La cuestión se agravo aun más cuando los sindicatos en 1953 comenzaron a denunciar el incremento del costo de vida, la corrupción gubernamental, las investigaciones en la comercialización de la carne, cuyo principal implicado era Juan Duarte, quien se suicido.
Todo esto llevo al gobierno a replantearse su política. Y a plantear una política de “conciliación”, que en lo económico implicaba una reapertura al comercio estadounidense, una disminución de los ataques a los yanquis en los discursos, tanto de Perón como de la prensa oficialista. En lo político se dio libertad a presos políticos conservadores, radicales y socialistas (Ley de Admistía).
Pese a esta política y al triunfo electoral para vicepresidente, que dio a Perón una garantía de apoyo popular, el malestar político seguía adoptando un carácter cada vez más agudo. A esto se le sumaba otro malestar para el gobierno peronista que era su relación con la iglesia que se había vuelto conflictiva, produciéndose ataques de ambas partes.
            En política exterior se adopto la “tercera posición”. Luego del alejamiento comercial con Gran Bretaña, si bien apoyaba a occidente en la Guerra fría, no aceptaba subordinarse a EEUU. Seguía la idea de no intervenir en cuestiones de otros países, de integración  con otros vecinos formando una unidad latinoamericana. Se rechazaba cualquier alianza con EEUU que generara subordinación. En la política económica se imputaba una mayor variedad y amplitud de mercados, sobre todo en lo que respecta al comercio regional, no adhiriendo a organismos internacionales como el FMI o el BM. “La política exterior del gobierno peronista oscilo así entre la confrontación nacionalista y el pragmatismo negociador, aspectos que estuvieron presentes de manera permanente, aunque el predominio de uno o de otro, en lo diversos periodos, reflejó los alcances del programa reformista del gobierno, la variación de su fuerza interna y los cambios de los márgenes que le brindaba el escenario internacional y latinoamericano.
Se desarrollaron así nuevos ejes comerciales con regiones como la URSS y el ya nombrado regionalismo que permitía una mejor relación con los países latinoamericanos, para contrarrestar con ello el debilitamiento del comercio con las potencias, a lo cual se sumaba la situación interna,  ya que el apoyo que antes recibía Perón, se vio debilitado. Con lo cual, “las relaciones exteriores se convirtieron en un ejercicio de supervivencia en el marco de una espiral de presiones contrapuestas que contribuyeron al debilitamiento y caída del gobierno”.
Estas nuevas relaciones estuvieron marcadas por convenios bilaterales por los cuales Argentina se transformaba en mercado para los productos de las nuevas regiones y se aseguraba a su vez la provisión de bienes para los planes quinquenales, y la colocación de los productos nacionales en los nuevos mercados.
            Los aspectos que solucionaron la crisis hegemónica de la oligarquía, fueron una serie de sucesos que permitieron a la misma, como parte de los grupos opositores recobrar su posición política y poder formar parte con las FFAA del golpe que derrocaría a Perón. Por un lado, la oposición estaba segura de que el presidente ya no movilizaría a sus partidarios para defender el gobierno ante cualquier intento de golpe, a lo cual se sumaba un gobierno ya desquebrajado, cuyas fuerzas estaban debilitadas. Esto se vio demostrado en la política de Perón de impulsar un compromiso con la oposición política y las clases dominantes, entre ellas la oligarquía, política que se vio destinada al fracaso ya que la oposición interpreto esta política como una debilidad y desorientación que facilitaría el accionar golpista. Según el autor el golpe dejaba entrever la necesidad de la oligarquía y el resto de los sectores económicos claves, de reencausar la orientación económica del gobierno. Estos sectores dudaron que el peronismo fuese capaz, en esos momentos, de llevar a cabo una conducción coherente de una nueva fase del desarrollo capitalista.
A principios de 1949 empiezan a notarse los primeros signos de la crisis económica que empezó por desequilibrios del sector externo pero que tienen base en problemas del ámbito interno. Según el autor confluyeron distintos factores:
  1. un vuelco desfavorable del marco internacional, con respecto a la inversión de la balanza de pagos.
  2. la caída de las reservas internacionales, como consecuencia, en parte de los gastos públicos, gastos para industrialización y del proceso de compra y nacionalización de servicios.
  3. El problema estructural y en particular el sector agrario y el agotamiento de una política redistributiva y de acentos industriales con las limitaciones antes dichas (bienes de consumo y dependencia de bienes de base).

En el plano internacional un elemento que perjudico fue el Plan Marshall que jugo contra las exportaciones argentinas. Osea que para el autor, el factor que origino la crisis fue la recuperación de Europa que restringió las exportaciones. Los países europeos cooperaron entre ellos y además el Plan Marshall no alcanzo a los países latinoamericanos por que a EEUU no le convenía por que era un gran productor y exportador de materias primas agropecuarias. A esto se le sumo la gran sequía que se sucedió en los anos 1949-50 y 1950-51 que género grande pérdidas en cereales, lino y girasol.
            Para el autor, si bien el déficit comercial creció rápidamente en 1951 y 1952, esto no debe oscurecer la interpretación del origen de la crisis. “El desequilibrio externo solo ponía de manifiesto debilidades estructurales de la economía argentina y el camino seguido por el proceso de industrialización; que constituían, en conjunto las causas reales de los trastornos mencionados".
En líneas generales, la política de la tercera posición, fue la política exterior peronista de no alineación con ninguno de los dos bloques en conflictos. Esto quería decir que si bien se reconocía como parte del mundo occidental, no se quería subordinar a las órdenes de EEUU. Además se planteaba la cooperación con los países latinoamericanos y con los del tercer mundo, parara así poder aprovechas la disputa de los bloques para poder negociar en mejores condiciones con ellos. De esta manera la Argentina podría comerciar tanto con EEUU y el campo occidental como con la URSS y sus satélites. En este marco la relación con los EEUU fue complicada.
            En lo económico se intento mantener el viejo esquema triangular en función de la industrialización. Esto era exportar a GB y Europa a fin de obtener divisas para la compra de bienes y equipos para la producción que solo podían, en ese momento, ser provistos por EEUU. Entre 1946 y 1948 GB siguió siendo el mayor comprador de las exportaciones argentinas y EEUU el mayor proveedor de Argentina.
            En el plano diplomático eran donde se presentaba divergencias como las antes nombradas con respecto a la conformación del bloque latinoamericano. Aparte, diversos acontecimientos complicaron la relación aun más. Ante la escasez de divisas, la Argentina debió reducir sustancialmente el comercio con los EEUU y suspender el cambio para la remisión de dividendos de empresas extranjeras. Las presiones internas de ambos países agudizaron el conflicto entre el gobierno argentino y la prensa norteamericana.
            En 1950 la situación internacional (guerra de Corea y agudización de la guerra fría) acerco mas a los dos países ya que EEUU priorizo el sistema interamericano e integro a la Argentina en el mismo por su posición estratégica. Al mismo tiempo del lado argentino jugaban diversos hechos y tendencias a favor del acercamiento. “En el plano externo, la quiebra de la triangulación promovida por la inconvertibilidad de la libra, la acentuación del esquema bipolar y el cambio de orientación de las corrientes comerciales mundiales. En lo interno, la crisis económico-financiera, expresión del techo alcanzado por las reformas peronistas y de la limitación del proceso de industrialización.
            Las respuestas económicas del gobierno peronista a la crisis de 1951-52 abrieron una nueva etapa en la relación con los EEUU. El gobierno planteo la necesidad de estimular la inversión de capitales extranjeros como complemento del capital privado nacional y del Estado, lo que se reflejo en la Ley de Inversiones Extranjeras de 1953. Además esto se daba en el marco internacional de un cambio de estrategia mas agresiva norteamericana, con la gestión de Eisenhower, contra el contra el comunismo, que dejaba abierta la puerta a la Argentina.
Sin embargo, en 1954, en la X Conferencia Interamericana de Cancilleres en Caracas, convocada por el Departamento de Estado yanqui, los EEUU intentaron hacer aprobar su propuesta de formar un eje americano anticomunista. Los países latinoamericanos aceptaron la propuesta meno Guatemala que voto en contra y México y Argentina que se abstuvieron, volviendo esta ultima a poner distancia con respecto a la política internacional.
Para el autor, la política de los EEUU hacia la argentina fue de “correcta amistad”, pero a partir de 1954 fue de “presión amistosa”, y en general las relaciones del gobierno peronista con los EEUU estuvieron signadas más por el conflicto que por la armonía.
Según el autor la caída de Perón no se debió a factores económicos, sino a las contradicciones engendradas por una espiral contradictoria de sucesos políticos. El modelo económico sobre el cual el peronismo se baso, tardaría unos cuantos años más en desmantelarse.
La consecuencia de episodios (conflicto con la iglesia, las negociaciones con las empresas petroleras, el deterioro de la situación política interna, que fueron creando sectores enemigos del gobierno o ampliando las ya existentes), la oposición, desde el nacionalismo católico hasta la izquierda liberal -pasando por los radicales, que eran su núcleo mas numeroso- estrecho filas contra Perón. En Mayo de 1955, la convocatoria a una convención constituyente para establecer la separación de la iglesia y el Estado, y la derogación de la Ley de enseñanza religiosa en la escuela pública terminaron de galvanizar el frente político opositor. Por otro lado, las negociaciones petroleras enajenaron los apoyos nacionalistas con que contaba el gobierno dentro de las FFAA, y desconcertaron y paralizaron a las fuerzas sociales que le daban sustento político.
            Para Rapoport la conspiración alentó la actividad política de masas contando con la movilización de vastos sectores de clase media. Por ejemplo, la procesión de Corpus Christi el 11 de junio de 1955, que fue una movilización muy grande que no solo abarco a Buenos Aires y que núcleo a toda la oposición y culminó con la sublevación y bombardeo militar del 16 de junio. Como respuesta a estas acciones, grupos de civiles peronistas quemaron varias iglesias y el arzobispado. Entonces el Vaticano excomulgo a Perón y los medios internacionales también lo condenaron.
            Perón no se apoyo en los trabajadores para resolver la crisis, sino que lo hizo en las FFAA que aun la gran mayoría lo apoyaba. Esto hizo que las FFAA tomaran el papel de árbitro de la situación y limitaron el accionar de Perón hacia una respuesta más de conciliación contra sus oponentes. El llamado a la “pacificación” fue tomado por la oposición como un signo de debilidad.
            La siguiente jugada de Perón fue la de presentar ante las masas su renuncia y provocar una gran movilización en su apoyo convocada por la CGT el 31 de agosto y así hacer una demostración de fuerza frente a los enemigos. El detalle de esta acción fue que el tono de su discurso en la Plaza fue mas agresivo de lo que venia siendo. Esto no asusto a los golpistas, sino que los hizo acelerar sus planes y el gobierno por otro lado no se dio “en serio” ninguna medida para reprimirlo. El 16 de septiembre un golpe de estado llamado “La revolución libertadora” tomo el poder. Para el autor hay tres factores que contribuyeron a su éxito:
  1. Los conspiradores del 16 de junio se dieron cuenta que Perón no iba a acudir a resistir ante un golpe.
  2. Perón confío en las FFAA, pero una parte “confiable” se sumo al golpe y otra muy grande quedo neutralizada.
  3. La conciliación después del 16 de junio fue un signo de debilidad y no de fortaleza para los opositores.

Sin embargo, dentro de las cuestiones económicas del golpe el autor pone de relieve  que los sectores mas poderosos de las burguesías industrial y agropecuarias argentinas dudaban de la disposición del peronismo para conducir una nueva fase de desarrollo capitalista acorde con las tendencias impulsadas por los EEUU tras el fin de la segunda guerra. Solo el derrocamiento del gobierno peronista podía hacer posible ese proyecto que en síntesis era:
    • Entrada irrestricta de inversiones extranjeras.
    • Intensificar el acercamiento a EEUU e incorporar al país a los organismos económicos multinacionales.
    • Eliminar las regulaciones estatales.
    • Subordinar la base social del peronismo a los objetivos de nuevas formas de acumulación.








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