Reseña del trabajo de Daniel
James. Resistencia e integración. El
peronismo y la clase trabajadora argentina. 1946-1976. Editorial
Sudamericana. Buenos Aires, 1990.
Para James encontrar los
fundamentos de identificación de la clase trabajadora con el peronismo implica
reconocer dimensiones de la realidad que indaguen cuestiones que exceden el
objetivo aumento de su fuerza social producto de la mayor industrialización, como
así también los cambios en su composición y la integración de las
organizaciones obreras al aparato del estado. Sin dejar de reconocer el
ineludible rol de las mejoras materiales expresadas en los niveles de salarios
y bienestar social, es necesario buscar en otras causas menos tangibles.
Años de conservadurismo
resultaban reactivos a sus valores liberales. Se destaca la resignificación que
realiza el peronismo del concepto de ciudadanía, concebido por el liberalismo
en términos de derechos individuales donde el Estado y la política se
encontraban escindidos de la sociedad civil. El peronismo ubica la ciudadanía
en un espectro más amplio de reconocimiento de las relaciones económicas y
sociales. En tal sentido el peronismo logra captar el proceso real de aumento
de la fuerza social de los trabajadores en su reconocimiento como clase y
sujeto político con derecho a organizarse y tener acceso al Estado. Asimismo,
en contraste con la década infame cargada de humillación y frustración, tanto
individual como colectiva, representadas en la dureza de las condiciones de
trabajo y la disciplina laboral, los trabajadores identifican en el peronismo
su dignificación, una condición herética contra los valores culturales y
simbólicos precedentes.
El peronismo concebía al Estado
como un espacio de disputa entre distintas clases sociales que se organizaban
política y socialmente en defensa de sus intereses corporativos. El rol del
Estado era de una suerte de árbitro identificado en la figura de Perón, que sin
embargo se ubicaba por fuera de la pertenencia a cualquiera de ellos. Más allá
de los fuertes rasgos personalistas del régimen peronista durante el segundo
mandato éstos quedan subordinados a la afirmación de la fuerza social y
organizativa de los trabajadores como clase con su incorporación al manejo del
Estado en tanto sujetos del cambio y desarrollo de la nación impulsando la
industrialización y el nacionalismo económico con el objetivo de la “Argentina
potencia” en contra de quienes querían atar los intereses nacionales a los de
Gran Bretaña y Estados Unidos bajo el rol de proveedores de materias primas. Es
así que los trabajadores asocian el peronismo a la industrialización y a ellos
mismo como los sujetos que la llevan adelante.
Para James la identificación del
peronismo con el progreso industrial y social y con la modernidad no está tanto
relacionado a su programa político dado que en parte aspectos programáticos del
peronismo eran compartidos por su oposición política. Sin embargo, en manos del
peronismo resultaban de mayor credibilidad en tanto que parte de los partidos
de la oposición mantenían relaciones con instituciones y símbolos de las elites
oligárquicas tradicionales del Jockey Club y de la Sociedad Rural. Asimismo,
desde el punto de vista que la constitución de la fuerza social de la clase
trabajadora se efectúa a partir del crecimiento industrial habiendo encontrado
su cohesión organizativa y política a partir de esa base económica por
iniciativa de Perón desde la Secretaría de Trabajo y Bienestar Social, en sus
manos el discurso del progreso a partir de la industrialización resultaba más
verosímil. Este discurso a su vez iba acompañado de una negación que tal
progreso implicaba mayor explotación, sino por el contrario implicaban la
justicia social y la soberanía nacional. La credibilidad adquiere un carácter
central para James.
Perón posee gran habilidad para
dirigirse a la clase obrera absorbiendo diversas sensibilidades en un discurso
que posee una retórica concreta que eleva a un nivel superior a la clase
trabajadora donde pueblo y nación están constituidos principalmente por los
obreros, donde los términos son intercambiables o sintetizados en la definición
“pueblo trabajador”. Asimismo, está cargado de un sentido de inmediatez que
afirma la suficiencia de las condiciones culturales de la clase obrera tal cual
es, negando la necesidad de una elite política iluminada y denostando el
intelectualismo.
Quizás aquí este lo central de la
identificación de la clase trabajadora con el peronismo. Su carácter herético
reside en haber sido capaz de dar expresión al espíritu de irreverencia que ya
hacia 1945 se transformaba en crisis política con la puesta en cuestionamiento
de las relaciones sociales, tendiendo a superar la autoridad y el “sentido de
los límites” mostrando una recuperación de la confianza de la clase obrera en
sus propias fuerzas y poniendo a la defensiva a las elites.
El legado del peronismo resulta ambivalente
en el sentido que al mismo tiempo que plantea un reconocimiento de la clase
obrera como tal, y por ende de su fuerza social, este reconocimiento es
efectuado bajo la lógica de establecer un límite a sus aspiraciones sociales y
evitar que se desplieguen en toda su potencialidad. Para establecer este límite
el peronismo se apoyaba en un realismo de supuesta visión política limitada de
la clase obrera, es así que las referencias utópicas como el fin de la
explotación eran creíbles a partir de la acción concreta de Perón en
contraposición a las promesas políticas efectuadas durante la década infame.
Esta credibilidad se sintetizaba en: “¡Perón cumple!”.
El peronismo canalizó la
emergencia social y política de la clase obrera con una fenomenal potencia
hacia su institucionalización y regimentación para desviar el desafío herético
de su primer momento absorbiéndolo bajo una “nueva ortodoxia patrocinada por el
Estado”, una suerte de “desmovilización pasiva”. Su expresión es que la fuerte
organización sindical cohesionada y vertical es puesta en función de actuar
como representante de los intereses del Estado en el movimiento obrero. Toda la
fuerza desarrollada por los trabajadores eran canalizados hacia la idea de
desarrollar la comunión de los intereses entre el capital y el trabajo, la
colaboración entre clases opuestas en la búsqueda de un capitalismo humano que
desarrolle la economía de la nación en base al compromiso social en oposición a
un capitalismo internacional e inhumano.
La experiencia de la clase
trabajadora con el peronismo no se agota en los establecimientos fabriles sino
que se funda también en razones políticas de una particular forma de
movilización y discurso político atractivos. En un sentido la clase trabajadora
es constituida en fuerza social en el discurso político del peronismo que con
cierto éxito logra imponer la idea de armonía social. Sin embargo, su
conformación contiene un desarrollo previo independiente que encuentra en Perón
soluciones concretas a sus problemas. En tal sentido puede entender como una
interacción en dos direcciones.
De aquel sentido herético que
ponía en cuestión los límites de lo establecido y a la propia autoridad emerge,
peronismo mediante, un movimiento sindical con un profundo espíritu reformista
fuertemente subordinado al Estado, impidiendo el surgimiento de un sindicalismo
activo y autónomo. De todos modos, la legislación laboral reconociendo derechos
de los trabajadores y la obtención de determinadas condiciones de bienestar que
perduraran, si bien son apropiadas como conquistas del peronismo, son un
reconocimiento a lo que los trabajadores consiguieron en sus luchas y
movilizaciones confirmando inevitablemente su fuerza social dentro del
capitalismo. Al mismo tiempo constituyen conquistas difícilmente reversibles.
En este sentido, se visualiza la imposibilidad del peronismo para desarrollarse
como opción hegemónica en el capitalismo en tanto que su fortaleza se convierte
en la debilidad de utilizar la fuerza social de la clase obrera desde un ángulo
opuesto al que utilizo para constituir su poder político. Los trabajadores eran
concientes de su fuerza social, aunque esta era entendida bajo la clave de la
colaboración de clases.
Reseña del trabajo de Mario Rapoport, Historia económica, política y social de la Argentina (1880 – 2003)
– Capítulo 4 Los gobiernos peronistas.
En lo económico
el primer peronismo se caracterizo por: importancia del mercado interno,
nacionalismo económico, estatismo y papel central de la industrialización. La
característica fue que la implementación de estas medidas se valió de un
conjunto de instrumentos e instituciones heredadas del régimen anterior y
fueron complementadas con nuevos organismos. Pero el cambio más importante fue
la aplicación de políticas sociales que provocaron una fuerte redistribución de
los ingresos y del poder adquisitivo para los sectores trabajadores y más
pobres. Esto duro hasta la crisis de los ´50 donde se aplicaron políticas más
ortodoxas.
El IAPI fue un
instrumento que garantizo su propio monopolio estatal de venta para participar
del comercio internacional. Este vendía al exterior los productos agrarios y
les pagaba a los productores con moneda nacional, quedándose con la diferencia
entre el peso y la divisa. Estos recursos obtenidos eran transferidos a la
industria. De esta manera el Estado obtenía las ganancias de las exportaciones
agropecuarias, que anteriormente habían sido usufructuadas por los grandes
oligopolios internacionales y sus subsidiarios locales.
-Tercera posición y relación
con Latinoamérica
El país estaba lejos de lograr la independencia
económica: primero porque la industria era de sustitución de importaciones y
gran parte de los bienes de producción eran importados, por lo tanto se quedaba
ligado a los ciclos económicos mundiales y su crecimiento seguía dependiendo de
las divisas de las exportaciones agropecuarias; segundo porque esa industria
seguía siendo en gran parte de bienes de consumo y no de base; en tercer lugar
la redistribución de los ingresos reposaba sobre los altos precios de los
productos agropecuarios en el mercado internacional. Esto fue el por que de la
inflación.
La gran inflación era de tipo estructural ya que
estaba vinculada al carácter de subdesarrollo de la economía argentina que a
pesar del proceso de industrialización, continuaba preservando una base
agroexportadora que ponía limites precisos a su capacidad de expansión.
A
partir de 1952, con la gran caída de precios agrícolas, el gobierno se dio una
política de subsidios para la productividad pero limitada y con base en la
importación de maquinaria.
El
congreso de la
Productividad de 1952 puso límite a la política de aumento
salarial y al aumento de los ritmos de producción y mejor relación con los
empresarios.
El
nuevo Estado peronista (1954-1955) estuvo atravesado por una fuerte crisis
económica que afectaba fuertemente las bases de sustento del peronismo. La política para enfrentar esta
situación movilizo al apoyo popular y puso hincapié en los controles
represivos. “La política de agitación del peronismo adquirió un tono
marcadamente nacionalista y antioligárquico. El partido peronista, dando su
aporte a la victoria electoral de Perón, adquirió un rol mas relevante, lo que
intensifico la radicalización política del país”.
Otra
crisis que debió afrontar el gobierno, fue la muerte de Eva Perón, que le
quitaba al mismo un referente importantísimo en la movilización de las masas.
La cuestión se agravo aun más cuando los sindicatos
en 1953 comenzaron a denunciar el incremento del costo de vida, la corrupción
gubernamental, las investigaciones en la comercialización de la carne, cuyo
principal implicado era Juan Duarte, quien se suicido.
Todo esto llevo al gobierno a replantearse su política.
Y a plantear una política de “conciliación”, que en lo económico implicaba una
reapertura al comercio estadounidense, una disminución de los ataques a los
yanquis en los discursos, tanto de Perón como de la prensa oficialista. En lo
político se dio libertad a presos políticos conservadores, radicales y
socialistas (Ley de Admistía).
Pese a esta política y al triunfo electoral para
vicepresidente, que dio a Perón una garantía de apoyo popular, el malestar
político seguía adoptando un carácter cada vez más agudo. A esto se le sumaba
otro malestar para el gobierno peronista que era su relación con la iglesia que
se había vuelto conflictiva, produciéndose ataques de ambas partes.
En
política exterior se adopto la “tercera posición”. Luego del alejamiento
comercial con Gran Bretaña, si bien apoyaba a occidente en la Guerra fría, no aceptaba
subordinarse a EEUU. Seguía la idea de no intervenir en cuestiones de otros
países, de integración con otros vecinos
formando una unidad latinoamericana. Se rechazaba cualquier alianza con EEUU
que generara subordinación. En la política económica se imputaba una mayor
variedad y amplitud de mercados, sobre todo en lo que respecta al comercio
regional, no adhiriendo a organismos internacionales como el FMI o el BM. “La política
exterior del gobierno peronista oscilo así entre la confrontación nacionalista
y el pragmatismo negociador, aspectos que estuvieron presentes de manera
permanente, aunque el predominio de uno o de otro, en lo diversos periodos,
reflejó los alcances del programa reformista del gobierno, la variación de su
fuerza interna y los cambios de los márgenes que le brindaba el escenario
internacional y latinoamericano.
Se desarrollaron así nuevos ejes comerciales con
regiones como la URSS
y el ya nombrado regionalismo que permitía una mejor relación con los países
latinoamericanos, para contrarrestar con ello el debilitamiento del comercio
con las potencias, a lo cual se sumaba la situación interna, ya que el apoyo que antes recibía Perón, se
vio debilitado. Con lo cual, “las relaciones exteriores se convirtieron en un
ejercicio de supervivencia en el marco de una espiral de presiones
contrapuestas que contribuyeron al debilitamiento y caída del gobierno”.
Estas nuevas relaciones estuvieron marcadas por convenios
bilaterales por los cuales Argentina se transformaba en mercado para los
productos de las nuevas regiones y se aseguraba a su vez la provisión de bienes
para los planes quinquenales, y la colocación de los productos nacionales en
los nuevos mercados.
Los
aspectos que solucionaron la crisis hegemónica de la oligarquía, fueron una
serie de sucesos que permitieron a la misma, como parte de los grupos
opositores recobrar su posición política y poder formar parte con las FFAA del
golpe que derrocaría a Perón. Por un lado, la oposición estaba segura de que el
presidente ya no movilizaría a sus partidarios para defender el gobierno ante
cualquier intento de golpe, a lo cual se sumaba un gobierno ya desquebrajado,
cuyas fuerzas estaban debilitadas. Esto se vio demostrado en la política de Perón
de impulsar un compromiso con la oposición política y las clases dominantes,
entre ellas la oligarquía, política que se vio destinada al fracaso ya que la
oposición interpreto esta política como una debilidad y desorientación que
facilitaría el accionar golpista. Según el autor el golpe dejaba entrever la
necesidad de la oligarquía y el resto de los sectores económicos claves, de
reencausar la orientación económica del gobierno. Estos sectores dudaron que el
peronismo fuese capaz, en esos momentos, de llevar a cabo una conducción
coherente de una nueva fase del desarrollo capitalista.
A principios de 1949 empiezan a notarse los primeros
signos de la crisis económica que empezó por desequilibrios del sector externo
pero que tienen base en problemas del ámbito interno. Según el autor
confluyeron distintos factores:
- un
vuelco desfavorable del marco internacional, con respecto a la inversión
de la balanza de pagos.
- la
caída de las reservas internacionales, como consecuencia, en parte de los
gastos públicos, gastos para industrialización y del proceso de compra y
nacionalización de servicios.
- El
problema estructural y en particular el sector agrario y el agotamiento de
una política redistributiva y de acentos industriales con las limitaciones
antes dichas (bienes de consumo y dependencia de bienes de base).
En el plano internacional un
elemento que perjudico fue el Plan Marshall que jugo contra las exportaciones
argentinas. Osea que para el autor, el factor que origino la crisis fue la
recuperación de Europa que restringió las exportaciones. Los países europeos
cooperaron entre ellos y además el Plan Marshall no alcanzo a los países latinoamericanos
por que a EEUU no le convenía por que era un gran productor y exportador de
materias primas agropecuarias. A esto se le sumo la gran sequía que se sucedió
en los anos 1949-50 y 1950-51 que género grande pérdidas en cereales, lino y
girasol.
Para
el autor, si bien el déficit comercial creció rápidamente en 1951 y 1952, esto
no debe oscurecer la interpretación del origen de la crisis. “El desequilibrio
externo solo ponía de manifiesto debilidades estructurales de la economía
argentina y el camino seguido por el proceso de industrialización; que
constituían, en conjunto las causas reales de los trastornos mencionados".
En líneas generales, la política de la tercera posición,
fue la política exterior peronista de no alineación con ninguno de los dos
bloques en conflictos. Esto quería decir que si bien se reconocía como parte
del mundo occidental, no se quería subordinar a las órdenes de EEUU. Además se
planteaba la cooperación con los países latinoamericanos y con los del tercer
mundo, parara así poder aprovechas la disputa de los bloques para poder
negociar en mejores condiciones con ellos. De esta manera la Argentina podría
comerciar tanto con EEUU y el campo occidental como con la URSS y sus satélites. En este
marco la relación con los EEUU fue complicada.
En
lo económico se intento mantener el viejo esquema triangular en función de la
industrialización. Esto era exportar a GB y Europa a fin de obtener divisas
para la compra de bienes y equipos para la producción que solo podían, en ese
momento, ser provistos por EEUU. Entre 1946 y 1948 GB siguió siendo el mayor
comprador de las exportaciones argentinas y EEUU el mayor proveedor de
Argentina.
En
el plano diplomático eran donde se presentaba divergencias como las antes
nombradas con respecto a la conformación del bloque latinoamericano. Aparte,
diversos acontecimientos complicaron la relación aun más. Ante la escasez de
divisas, la Argentina
debió reducir sustancialmente el comercio con los EEUU y suspender el cambio
para la remisión de dividendos de empresas extranjeras. Las presiones internas
de ambos países agudizaron el conflicto entre el gobierno argentino y la prensa
norteamericana.
En
1950 la situación internacional (guerra de Corea y agudización de la guerra
fría) acerco mas a los dos países ya que EEUU priorizo el sistema
interamericano e integro a la
Argentina en el mismo por su posición estratégica. Al mismo
tiempo del lado argentino jugaban diversos hechos y tendencias a favor del
acercamiento. “En el plano externo, la quiebra de la triangulación promovida
por la inconvertibilidad de la libra, la acentuación del esquema bipolar y el
cambio de orientación de las corrientes comerciales mundiales. En lo interno,
la crisis económico-financiera, expresión del techo alcanzado por las reformas
peronistas y de la limitación del proceso de industrialización.
Las
respuestas económicas del gobierno peronista a la crisis de 1951-52 abrieron
una nueva etapa en la relación con los EEUU. El gobierno planteo la necesidad
de estimular la inversión de capitales extranjeros como complemento del capital
privado nacional y del Estado, lo que se reflejo en la Ley de Inversiones Extranjeras
de 1953. Además esto se daba en el marco internacional de un cambio de
estrategia mas agresiva norteamericana, con la gestión de Eisenhower, contra el
contra el comunismo, que dejaba abierta la puerta a la Argentina.
Sin embargo, en 1954, en la X Conferencia
Interamericana de Cancilleres en Caracas, convocada por el Departamento de
Estado yanqui, los EEUU intentaron hacer aprobar su propuesta de formar un eje
americano anticomunista. Los países latinoamericanos aceptaron la propuesta
meno Guatemala que voto en contra y México y Argentina que se abstuvieron,
volviendo esta ultima a poner distancia con respecto a la política
internacional.
Para el autor,
la política de los EEUU hacia la argentina fue de “correcta amistad”, pero a
partir de 1954 fue de “presión amistosa”, y en general las relaciones del
gobierno peronista con los EEUU estuvieron signadas más por el conflicto que
por la armonía.
Según el autor la caída de
Perón no se debió a factores económicos, sino a las contradicciones engendradas
por una espiral contradictoria de sucesos políticos. El modelo económico sobre
el cual el peronismo se baso, tardaría unos cuantos años más en desmantelarse.
La consecuencia de episodios
(conflicto con la iglesia, las negociaciones con las empresas petroleras, el
deterioro de la situación política interna, que fueron creando sectores
enemigos del gobierno o ampliando las ya existentes), la oposición, desde el
nacionalismo católico hasta la izquierda liberal -pasando por los radicales,
que eran su núcleo mas numeroso- estrecho filas contra Perón. En Mayo de 1955,
la convocatoria a una convención constituyente para establecer la separación de
la iglesia y el Estado, y la derogación de la Ley de enseñanza religiosa en la escuela pública
terminaron de galvanizar el frente político opositor. Por otro lado, las
negociaciones petroleras enajenaron los apoyos nacionalistas con que contaba el
gobierno dentro de las FFAA, y desconcertaron y paralizaron a las fuerzas
sociales que le daban sustento político.
Para Rapoport la conspiración alentó la actividad
política de masas contando con la movilización de vastos sectores de clase
media. Por ejemplo, la procesión de Corpus Christi el 11 de junio de 1955, que
fue una movilización muy grande que no solo abarco a Buenos Aires y que núcleo
a toda la oposición y culminó con la sublevación y bombardeo militar del 16 de
junio. Como respuesta a estas acciones, grupos de civiles peronistas quemaron
varias iglesias y el arzobispado. Entonces el Vaticano excomulgo a Perón y los
medios internacionales también lo condenaron.
Perón no se apoyo en los trabajadores para resolver la
crisis, sino que lo hizo en las FFAA que aun la gran mayoría lo apoyaba. Esto
hizo que las FFAA tomaran el papel de árbitro de la situación y limitaron el
accionar de Perón hacia una respuesta más de conciliación contra sus oponentes.
El llamado a la “pacificación” fue tomado por la oposición como un signo de
debilidad.
La siguiente jugada de Perón fue la de presentar ante las
masas su renuncia y provocar una gran movilización en su apoyo convocada por la CGT el 31 de agosto y así hacer
una demostración de fuerza frente a los enemigos. El detalle de esta acción fue
que el tono de su discurso en la
Plaza fue mas agresivo de lo que venia siendo. Esto no asusto
a los golpistas, sino que los hizo acelerar sus planes y el gobierno por otro
lado no se dio “en serio” ninguna medida para reprimirlo. El 16 de septiembre
un golpe de estado llamado “La revolución libertadora” tomo el poder. Para el
autor hay tres factores que contribuyeron a su éxito:
- Los conspiradores del 16 de junio se dieron
cuenta que Perón no iba a acudir a resistir ante un golpe.
- Perón confío en las FFAA, pero una parte
“confiable” se sumo al golpe y otra muy grande quedo neutralizada.
- La conciliación después del 16 de junio fue un
signo de debilidad y no de fortaleza para los opositores.
Sin embargo, dentro de las
cuestiones económicas del golpe el autor pone de relieve que los sectores mas poderosos de las
burguesías industrial y agropecuarias argentinas dudaban de la disposición del
peronismo para conducir una nueva fase de desarrollo capitalista acorde con las
tendencias impulsadas por los EEUU tras el fin de la segunda guerra. Solo el
derrocamiento del gobierno peronista podía hacer posible ese proyecto que en
síntesis era:
- Entrada irrestricta de inversiones extranjeras.
- Intensificar el acercamiento a EEUU e incorporar
al país a los organismos económicos multinacionales.
- Eliminar las regulaciones estatales.
- Subordinar la base social del peronismo a los
objetivos de nuevas formas de acumulación.
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