domingo, 19 de mayo de 2019

                                                                 3º Año

Última entrega de fuentes sobre La Ilustración, ahora es el turno de dos pensadores de la economía, François Quesnay y Adam Smith, si bien sus propuestas son diferentes coincidían en que el Estado debía hacerse a un lado. Laissez Faire, laissez passer, le monde va de lui même que significa: “dejad hacer, dejad pasar, el mundo camina solo".


François Quesnay (1694-1774)

El dinero no engendra dinero; por tanto, un comercio artificial en el que el propio dinero es la mercancía y la moneda, sólo puede enriquecer a quien descuenta a costa de quien ha de soportar el descuento.

La moneda, el oro y la plata en funciones de moneda, no es una riqueza usual, ya que la moneda no es más...Que un utensilio de comercio incorruptible (...) Casi siempre la moneda no es más que el denominador común de las riquezas comercializables en las compras y en las ventas, y sólo se utilice idealmente en el comercio. (...) Por tanto, la opulencia de un Estado no es función de la cantidad de moneda, sino de la abundancia y del buen precio de las riquezas comercializables.

El dinero acuñado (...) no tiene más utilidad que la de facilitar el intercambio de productos, sirviendo de instrumento intermediario entre las ventas y las compras, puesto que los fines definitivos de los cambios no son el dinero. (...) No es en el dinero en lo que hay que pensar, sino en los cambios de las cosas que se tienen que vender y comprar.

Los intereses de los comerciantes revendedores son opuestos a los de la nación.

La cantidad de renta que se puede adquirir por la compra de una tierra (...) es una medida manifiesta y limitada por la naturaleza (...) esta misma ley es la que debe regular el tipo de interés o de la renta del dinero invertido en la constitución de censos perpetuos en un reino agrícola.

Los hombres constituyen el poderío de las naciones y sus necesidades multiplican las riquezas de estas. (...) Sin poder gozar de ellas y sin poder consumirlas los productores serían unos bienes inútiles. El consumo los hace comercializables y mantiene sus precios, y el buen precio y la cantidad de productos forman las rentas o las riquezas anuales de cada nación. Así, los hombres, al multiplicar y al consumir estos productos, son la causa primera y constitutiva de sus propias riquezas.

ALGUNAS MÁXIMAS GENERALES DEL GOBIERNO ECONÓMICO DE UN REINO AGRICULTOR
I : Que la autoridad Soberana sea la única y superior a todos los Individuos de la Sociedad, y a todas las empresas injustas de los intereses particulares, pues el objeto de la dominación y de la obediencia es la seguridad, y el interés lícito de todos.
II. Que se instruya a la nación en las leyes generales del orden natural, que constituyen un gobierno evidentemente más perfecto...
III. Que el Soberano y la Nación no pierdan jamás de vista que la tierra es la única fuente de riquezas y que la Agricultura es quien las multiplica...
IV. Que se asegure a los poseedores legítimos la propiedad, es el fundamento esencial del orden económico de la Sociedad...
V. Que el impuesto no sea destructivo o desproporcionado a la masa del producto de la Nación.
VI. Que las anticipaciones en dinero de los cultivadores sean suficientes para que renazca anualmente por medio de los gastos del cultivo de las tierras el mayor producto posible...
VII. Que la totalidad de las sumas del producto vuelva a entrar en la circulación anual, y la recorra en toda su extensión; que no se forme fortuna pecuniaria...
VIII. Que el gobierno económico no favorezca sino los gastos productivos y el Comercio de los comestibles del terreno, sin cuidarse de los gastos estériles.
IX. Que una Nación que tiene gran territorio para cultivar, y la facilidad de ejercer un gran Comercio de los géneros comestibles que produce, no extienda demasiado el empleo del dinero, ni de los hombres a las manufacturas y Comercio de lujo, en perjuicio de los trabajos y gastos de la Agricultura; porque con preferencia a todo: El Reino debe estar bien poblado de ricos cultivadores.
X. Que una parte de los productos no pase al Extranjero sin que vuelva, bien en dinero, bien en Mercancías.
XI. Que se evite la deserción de los habitantes que lleven sus riquezas fuera del Reino.
XII. Que los hijos de los ricos arrendadores se establezcan en las Campiñas, para perpetuar en ellas los trabajadores y el cultivo...
XIII. Que cada uno tenga libertad de cultivar en su campo las producciones que su interés, sus facultades, y la naturaleza del terreno le sugieran para sacar el mayor producto posible...
XIV. Que se favorezcan las multiplicaciones de cuadrúpedos, pues estos son los que dan al terreno, los abonos que proporcionan las abundantes cosechas.
XV. Que las tierras empleadas en el cultivo de granos se reúnan cuando sea posible, en grandes heredades, cultivadas por los ricos Labradores...
XVI. Que no se impida el Comercio exterior de los géneros del terreno porque según es la saca, así es la reproducción, y aumento de la Agricultura.
XVII. Que se faciliten las salidas y transportes de las producciones y manufacturas por el reparo de los caminos, y por la navegación de canales, ríos y mar.
XVIII. Que no se haga bajar el precio del os géneros de primera necesidad, y de las mercancías en el reino.
XIX. Que no se crea que el bajo precio de los géneros de primera necesidad es provechoso al populacho, pues disminuye el salario de los trabajadores como también su comodidad, y a mas les trae menos trabajo y ocupaciones lucrativas, destruyendo al mismo tiempo las rentas de la Nación.
XX. Que no se disminuya la comodidad de las ínfimas clases de Ciudadanos; porque no podrían contribuir al consumo de los géneros de primera necesidad que solo pueden gastarse en el país.


La riqueza de las naciones (fragmentos) Adam Smith (1723-1790)


Cada individuo en particular pone todo su cuidado en buscar el medio más oportuno de emplear con mayor ventaja el capital de que puede disponer. Lo que desde luego se propone es su propio interés, no el de la sociedad en común; pero esos mismos esfuerzos hacia su propia ventaja le inclinan a preferir, sin premeditación suya, el empleo más útil a la sociedad como tal. (...)
Ninguno por lo general se propone primariamente promover el interés público, y acaso ni aún conoce cómo lo fomenta cuando no lo piensa fomentar. Cando prefiere la industria doméstica a la extranjera sólo medita su propia seguridad; y cuando dirige la primera de modo que su producto sea del mayor valor que pueda, sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste y en otros muchos casos es conducido como por una mano invisible a promover un fin que nunca tuvo parte en su intención.”

El hombre, en cambio, está casi permanentemente necesitado de la ayuda de sus semejantes, y le resultará inútil esperarla exclusivamente de su benevolencia. Es más probable que la consiga si puede dirigir en su favor el propio interés de los demás, y mostrarles que el actuar según él demanda redundará en beneficio de ellos. Estos es lo que propone cualquiera que ofrece un trato. Todo trato es: dame esto que deseo y obtendrás esto otro que deseas tú; y de esta manera conseguimos mutuamente la mayor parte de los bienes que necesitamos. No es la benevolencia del carnicero, el cervecero, o el panadero lo que nos procura nuestra cena, sino el cuidado que ponen ellos en su propio beneficio. No nos dirigimos a su humanidad sino a su propio interés, y jamás les hablamos de nuestras necesidades sino de sus ventajas. Sólo un mendigo escoge depender básicamente de la benevolencia de sus conciudadanos. “


"Un obrero que no haya sido adiestrado en esa clase de tarea,...por más que trabaje, apenas podría hacer un alfiler al día, y desde luego no podría confeccionar más de 20. Pero dada la manera como se practica hoy día la fabricación de alfileres, no sólo la fabricación misma constituye un oficio aparte, sino que esta dividida en varios ramos, ... Un obrero estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo va cortando en trozos iguales, un cuarto hace la punta, ...En fin, el importante trabajo de hacer un alfiler queda dividido de esta manera en unas 18 operaciones distintas, ...He visto una pequeña fábrica de esta especie que no empleaba mas de diez obreros, donde, por consiguiente, algunos tenían a su cargo dos o tres operaciones. Pero a pesar de que eran pobres y, por lo tanto, no estaban bien provistos de la maquinaria debida, podían, cuando se esforzaban, hacer entre todos, diariamente, unas doce libras de alfileres. En cada libra había más de 4,000 alfileres de tamaño mediano. Por consiguiente, estas diez personas podían hacer cada día, en conjunto, más de 48,000 alfileres, cuya cantidad dividida entre diez correspondería a 4,800 por persona. (...) La única circunstancia que puede servir de norma para el cambio reciproco de diferentes objetos parece ser la proporción entre las distintas clases de trabajo que se necesitan para adquirirlos. Si en una nación de cazadores, por ejemplo, cuesta usualmente doble trabajo matar un castor que un ciervo, el castor, naturalmente, se cambiara por o valdrá dos ciervos. Es natu­ral que una cosa que generalmente es producto del trabajo de dos días o de dos horas valga el do­ble que la que es consecuencia de un día o de una hora. "









No hay comentarios:

Publicar un comentario

si tenés algo que decir, decilio...