El problema de la construcción del ser nacional y la aparición del anarquismo y el socialismo.
Extracto de la investigación "Una Escuela Para Todos. Orientación patriótica de la escuela primaria en el Centenario"
Ricardo Bulzomi
En
la primera década del siglo XX el problema de la construcción de la
identidad nacional lejos estaba de ser un tema cerrado porque además
del problema inmigratorio toma relevancia otro que pone en alerta a
la clase dirigente, esto es la emergencia del anarquismo y el Partido
Socialista.
Si
bien los sectores dirigentes descansaban en el mito de que este país
era una “tierra de promisión”, no había nada que justificara un
malestar social, el cual, entendían que era importado por agitadores
extranjeros.1
Cómo se dijo anteriormente el grueso de la inmigración se quedó en
las grandes ciudades. Es verdad que existió una colonización
agrícola entre 1860-70 sobre todo en Santa Fe y Entre Ríos,
mientras que en Buenos Aires era un poco más complicado por los
altos precios de la tierra. Según Jorge Sábato, en la década de
1880 el mercado europeo comenzó a estar al alcance de los
productores de carne argentinos –gracias al frigorífico- y los
terratenientes y ganaderos necesitaban mano de obra y por ello
recurrían a los inmigrantes, quienes arrendaban la tierra. Sin
embargo, por el aluvión inmigratorio y la mano de obra nativa no
todos los recién llegados tenían posibilidades de ir al campo y
mucho menos de adquirir tierras porque no existía la menor intención
en el terrateniente bonaerense en subdividir sus tierras, sin contar
sus altos precios.
Se
puede afirmar también que en su condición de arrendatario el
inmigrante agregaba otros materiales como las cosechadoras, y arados,
bueyes y caballos y se hacía cargo de la totalidad del riesgo y la
inversión2.
Al
quedarse masivamente en las grandes ciudades, la realidad del obrero
inmigrante y nativo y sus familias distaban mucho del de una tierra
de promisión porque convivían con una problemática laboral donde
no existía una previsión social en caso de despido, enfermedad o
muerte; sumado a esto existía también una problemática
habitacional, donde familias enteras tenían que compartir una pieza
de conventillo y en la mayoría de los casos, sin ventilación, con
las lógicas consecuencias de insalubridad para sus habitantes.
Por
esta sensación –o realidad- de estar a merced de la arbitrariedad
de los patrones y los dueños de los conventillos y sentirse
indefensos por parte del Estado, es consecuencia lógica que hayan
encontrado en estos movimientos la fuerza para hacer frente a quienes
consideraban sus opresores.
Se
puede decir que el anarquismo hace su aparición en la Argentina en
la década de 1870. En enero de 1872 inmigrantes franceses seguidores
de Marx y Engels fundan la Section Française de la Association
Internationale de Travaillieurs, en forma similar se funda una
italiana y una española, pero seguidoras de las ideas de Bakunin.
Con el tiempo surgieron las diferencias entre ambas corrientes,
imponiéndose la corriente anarquista por sobre la marxista. En 1876
se crea el Centro
de Propaganda Obrera
con el fin de combatir las ideas marxistas entre los trabajadores
locales.
Pero
es la llegada del italiano Errico Malatesta en 1885 la que ayudó a
darle empuje al incipiente movimiento anarquista argentino y al
anarcosindicalismo en particular. Malatesta junto a otros compañeros
fundan una imprenta y el Centro
de Estudios Sociales,
aquí brindará una serie de charlas y conferencias,
impulsará la fundación de organizaciones proletarias como la
Sociedad de Resistencia Cosmopolita de Obreros Panaderos,
promoverá la organización del movimiento obrero, y a la vez
participará en fuertes debates y luchas ideológicas con los
anarquistas individualistas3.
En
Argentina, al igual que Europa y algunas ciudades de Latinoamérica
el anarquismo tiene diversas corrientes y formas de entenderlo, aún
hoy es así. Existió una corriente que se dedicaba a ratificar “la
propaganda por el hecho”, esto es lo que produjo que al anarquista
se lo vea como un terrorista individual, pero el anarcosindicalismo y
su idea de huelga general y revolucionaria es la corriente que se
impone entre fines del siglo XIX y comienzos del XX.
En
1901 se funda la Federación Obrera Argentina (FOA) una unión entre
trabajadores anarquistas y socialistas, con la finalidad de
conciliar actividades y diferencias de ambas tendencias y encaminar
las diversas luchas obreras contra los patrones y el Estado4.
Pero las diferentes formas de entender la lucha, por un lado más
radicalizada de los anarquistas y por el otro más conciliadora y con
miras de participación electoral generaron en 1902 una ruptura,
formándose por el lado socialista la Unión General de los
Trabajadores (UGT) y por el lado anarquista la Federación Obrera
Regional Argentina (FORA), agrupación que en su V congreso de 1905
proponen el Comunismo Anárquico como finalidad de su lucha. Es
decir, recomiendan a sus adherentes
“…la
propaganda e ilustración más amplia en el sentido de inculcar a los
obreros los principios económicos y filosóficos del Comunismo
Anárquico (…) Esta educación, impidiendo que se detengan en la
conquista de las ocho horas, los llevará a su completa emancipación
y por consiguiente a la evolución social que persigue…”5
Casi
simultáneamente a la aparición del anarquismo en Argentina, en 1882
un grupo de inmigrantes alemanes fundan el club Vorwärts,
con el propósito de difundir las ideas del socialismo según el
programa de Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), pero no tuvo
mucho éxito, solamente tuvo influencia en la colectividad alemana.
En
1886 por iniciativa de Juan B. Justo se funda el Partido Socialista
Obrero Argentino, quien procuraba
realizar el socialismo en la Argentina dentro el marco del sistema
parlamentario, de donde nace su crítica a la huelga general.
El
Partido Socialista no logra influir en el movimiento obrero, la misma
UGT creada por sindicatos socialistas en oposición a la dirigencia
anarquista, fue copada en 1906 por una nueva corriente llamada
sindicalista.6
Como
ya se dijo, todavía el tema de la identidad nacional no estaba
cerrado y se le agrega la conflictividad de la emergencia de estos
movimientos extraños a la cultura del país para alarmar todavía
más a la élite dirigente, porque estos movimientos comienzan a
calar hondo en los sectores nativos más marginados.
Por
esto mismo, en la búsqueda de soluciones, la elite comienza a
diseñar y a ensayar distintos planes político-educativos para poder
revertir esta situación de amenazante heterogeneidad. Es decir, al
sector dirigente se le tornaba imperioso argentinizar a los
extranjeros, contribuir a la formación de una identidad compartida y
lograr que estas masas sean gobernables. Por un lado promueven
políticas represivas cómo la Ley de Residencia (de la cual
hablaremos más adelante) para expulsar a los extranjeros
considerados indeseables, y por otro, políticas de asimilación y es
a través de la educación patriótica que encontraran la respuesta.
1
Devoto, Fernando. Historia de la Inmigración en la Argentina.
Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2003. Pág. 275.
2
Sábato, Jorge. Notas sobre la formación de la clase
dominante en la Argentina moderna
(1880-1914).,http://abcdonline.com.ar/tea/info/M-/M-223A.pdf.
[consultado el 14 de setiembre de 2014]. Pág. 40-41.
3
Acri, Martín Alberto y Cácerez, María del Carmen. La Educación
Libertaria en la Argentina y en México (1861-1945). Libros de
Anarres, Colección Utopía Libertaria. Buenos Aires.2011. Pág.
109-110.
4
Ibíd. Pág.119.
5
FORA. Acuerdos, Resoluciones y Declaraciones. Buenos Aires 1906.
Pág.17.
6
Matsushita Hiroshi, Movimiento Obrero Argentino 1930-1945 sus
proyecciones en los orígenes del peronismo. Hyspamérica. Buenos
Aires, 1986. Pág. 26-27.
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