domingo, 8 de septiembre de 2019


El problema de la construcción del ser nacional y la aparición del anarquismo y el socialismo.
Extracto de la investigación "Una Escuela Para Todos. Orientación patriótica de la escuela primaria en el Centenario"
Ricardo Bulzomi 

En la primera década del siglo XX el problema de la construcción de la identidad nacional lejos estaba de ser un tema cerrado porque además del problema inmigratorio toma relevancia otro que pone en alerta a la clase dirigente, esto es la emergencia del anarquismo y el Partido Socialista.
Si bien los sectores dirigentes descansaban en el mito de que este país era una “tierra de promisión”, no había nada que justificara un malestar social, el cual, entendían que era importado por agitadores extranjeros.1 Cómo se dijo anteriormente el grueso de la inmigración se quedó en las grandes ciudades. Es verdad que existió una colonización agrícola entre 1860-70 sobre todo en Santa Fe y Entre Ríos, mientras que en Buenos Aires era un poco más complicado por los altos precios de la tierra. Según Jorge Sábato, en la década de 1880 el mercado europeo comenzó a estar al alcance de los productores de carne argentinos –gracias al frigorífico- y los terratenientes y ganaderos necesitaban mano de obra y por ello recurrían a los inmigrantes, quienes arrendaban la tierra. Sin embargo, por el aluvión inmigratorio y la mano de obra nativa no todos los recién llegados tenían posibilidades de ir al campo y mucho menos de adquirir tierras porque no existía la menor intención en el terrateniente bonaerense en subdividir sus tierras, sin contar sus altos precios.
Se puede afirmar también que en su condición de arrendatario el inmigrante agregaba otros materiales como las cosechadoras, y arados, bueyes y caballos y se hacía cargo de la totalidad del riesgo y la inversión2.
Al quedarse masivamente en las grandes ciudades, la realidad del obrero inmigrante y nativo y sus familias distaban mucho del de una tierra de promisión porque convivían con una problemática laboral donde no existía una previsión social en caso de despido, enfermedad o muerte; sumado a esto existía también una problemática habitacional, donde familias enteras tenían que compartir una pieza de conventillo y en la mayoría de los casos, sin ventilación, con las lógicas consecuencias de insalubridad para sus habitantes.
Por esta sensación –o realidad- de estar a merced de la arbitrariedad de los patrones y los dueños de los conventillos y sentirse indefensos por parte del Estado, es consecuencia lógica que hayan encontrado en estos movimientos la fuerza para hacer frente a quienes consideraban sus opresores.
Se puede decir que el anarquismo hace su aparición en la Argentina en la década de 1870. En enero de 1872 inmigrantes franceses seguidores de Marx y Engels fundan la Section Française de la Association Internationale de Travaillieurs, en forma similar se funda una italiana y una española, pero seguidoras de las ideas de Bakunin. Con el tiempo surgieron las diferencias entre ambas corrientes, imponiéndose la corriente anarquista por sobre la marxista. En 1876 se crea el Centro de Propaganda Obrera con el fin de combatir las ideas marxistas entre los trabajadores locales.
Pero es la llegada del italiano Errico Malatesta en 1885 la que ayudó a darle empuje al incipiente movimiento anarquista argentino y al anarcosindicalismo en particular. Malatesta junto a otros compañeros fundan una imprenta y el Centro de Estudios Sociales, aquí brindará una serie de charlas y conferencias, impulsará la fundación de organizaciones proletarias como la Sociedad de Resistencia Cosmopolita de Obreros Panaderos, promoverá la organización del movimiento obrero, y a la vez participará en fuertes debates y luchas ideológicas con los anarquistas individualistas3.
En Argentina, al igual que Europa y algunas ciudades de Latinoamérica el anarquismo tiene diversas corrientes y formas de entenderlo, aún hoy es así. Existió una corriente que se dedicaba a ratificar “la propaganda por el hecho”, esto es lo que produjo que al anarquista se lo vea como un terrorista individual, pero el anarcosindicalismo y su idea de huelga general y revolucionaria es la corriente que se impone entre fines del siglo XIX y comienzos del XX.
En 1901 se funda la Federación Obrera Argentina (FOA) una unión entre trabajadores anarquistas y socialistas, con la finalidad de conciliar actividades y diferencias de ambas tendencias y encaminar las diversas luchas obreras contra los patrones y el Estado4. Pero las diferentes formas de entender la lucha, por un lado más radicalizada de los anarquistas y por el otro más conciliadora y con miras de participación electoral generaron en 1902 una ruptura, formándose por el lado socialista la Unión General de los Trabajadores (UGT) y por el lado anarquista la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), agrupación que en su V congreso de 1905 proponen el Comunismo Anárquico como finalidad de su lucha. Es decir, recomiendan a sus adherentes

“…la propaganda e ilustración más amplia en el sentido de inculcar a los obreros los principios económicos y filosóficos del Comunismo Anárquico (…) Esta educación, impidiendo que se detengan en la conquista de las ocho horas, los llevará a su completa emancipación y por consiguiente a la evolución social que persigue…”5

Casi simultáneamente a la aparición del anarquismo en Argentina, en 1882 un grupo de inmigrantes alemanes fundan el club Vorwärts, con el propósito de difundir las ideas del socialismo según el programa de Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), pero no tuvo mucho éxito, solamente tuvo influencia en la colectividad alemana.
En 1886 por iniciativa de Juan B. Justo se funda el Partido Socialista Obrero Argentino, quien procuraba realizar el socialismo en la Argentina dentro el marco del sistema parlamentario, de donde nace su crítica a la huelga general.
El Partido Socialista no logra influir en el movimiento obrero, la misma UGT creada por sindicatos socialistas en oposición a la dirigencia anarquista, fue copada en 1906 por una nueva corriente llamada sindicalista.6
Como ya se dijo, todavía el tema de la identidad nacional no estaba cerrado y se le agrega la conflictividad de la emergencia de estos movimientos extraños a la cultura del país para alarmar todavía más a la élite dirigente, porque estos movimientos comienzan a calar hondo en los sectores nativos más marginados.
Por esto mismo, en la búsqueda de soluciones, la elite comienza a diseñar y a ensayar distintos planes político-educativos para poder revertir esta situación de amenazante heterogeneidad. Es decir, al sector dirigente se le tornaba imperioso argentinizar a los extranjeros, contribuir a la formación de una identidad compartida y lograr que estas masas sean gobernables. Por un lado promueven políticas represivas cómo la Ley de Residencia (de la cual hablaremos más adelante) para expulsar a los extranjeros considerados indeseables, y por otro, políticas de asimilación y es a través de la educación patriótica que encontraran la respuesta.

1 Devoto, Fernando. Historia de la Inmigración en la Argentina. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2003. Pág. 275.

2 Sábato, Jorge. Notas sobre la formación de la clase dominante en la Argentina moderna (1880-1914).,http://abcdonline.com.ar/tea/info/M-/M-223A.pdf. [consultado el 14 de setiembre de 2014]. Pág. 40-41.
3 Acri, Martín Alberto y Cácerez, María del Carmen. La Educación Libertaria en la Argentina y en México (1861-1945). Libros de Anarres, Colección Utopía Libertaria. Buenos Aires.2011. Pág. 109-110.
4 Ibíd. Pág.119.
5 FORA. Acuerdos, Resoluciones y Declaraciones. Buenos Aires 1906. Pág.17.
6 Matsushita Hiroshi, Movimiento Obrero Argentino 1930-1945 sus proyecciones en los orígenes del peronismo. Hyspamérica. Buenos Aires, 1986. Pág. 26-27.

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