Sobre el Transhumanismo ¿Será Posible?
Ricardo B.
Todo el mundo ha pasado por una formación donde se
habla de los cambios históricos en las sociedades, cambios políticos,
culturales, sociales, religiosos, etc. pero esos cambios suponen siempre una
base permanente y esa base permanente es lo que se llama naturaleza humana, en
el sentido de que todo el proceso histórico mismo no es otra cosa que la
consumación de los elementos conformantes de la naturaleza humana. Ahora lo que
se pone en juego es la modificación de la naturaleza humana.
El Transhumanismo, aparece como una nueva ideología o filosofía,
progresista, perfeccionista en que la ciencia y la tecnología se aplican en la
capacidad transformadora del ser humano para erradicar definitivamente la
violencia y al mismo tiempo la irracionalidad propia de la especie, esto se
presenta hoy con una fuerza ya bastante importante proveniente del campo de la
biotecnología y de las utopías que tienen que ver con el alargamiento de la
vida humana y la superación de la enfermedad y el dolor por medio de la
inserción de tecnología dentro de la naturaleza humana. Sus
impulsores más conocidos son Nick Bostrom y William Pearce quienes fundaron en
1998 la World Transhumanist Association,
una organización internacional no gubernamental que trabaja por el
reconocimiento del transhumanismo como un objeto legítimo de la investigación
científica y la política; y Max More fundador del Instituto Extropy.
La naturaleza humana se concibe como algo mutable y
modificable y se irá hacia formas de vida transicionales en función del
mejoramiento de la calidad de vida, del quantum de placer y del quantum de
conocimiento posible para la especie. Esto
puede presentarse como una ideología
peligrosa porque en última instancia se va a definir lo que es humano y
lo que no es humano, es decir, se definirá HUMANO a quien haya optado por esta
interacción biotecnológica mientras que quien no haya hecho esta opción queda
relegado dentro de la especie, aquí se pone en juego lo que es HUMANO y su
naturaleza.
¿Será esto posible? Por lo pronto podemos sostener
que la naturaleza humana puede ser transformada, porque hemos sido educados
para comprender que todo esto es posible y que no hay nada que pueda detener al
desarrollo tecnológico.
Desde otra perspectiva, esta idea transhumanista se presenta como una visión ultrarracional del mundo en
el sentido que establece dos nuevos peldaños evolutivos sobre la humanidad.
Estos nuevos peldaños son el
TRANSHUMANISMO y el POSHUMANISMO, son las nuevas instancias en las que han
ingresado las sociedades tecnológicamente desarrolladas.
Los antecedentes de esta visión del mundo están
dados por los defensores del derecho penal que ven en el delito un atraso de
personalidad y que ven en la cárcel un argumento de carácter emocional que no
conduce a nada.
Seguimos con la idea del hombre máquina de La Mettrie en el siglo
XVIII, se conecta con la idea de la medicina mecanicista que llega hasta
nuestros días y que entiende al hombre como una máquina, aceptando el mecanicismo
cartesiano, lo aplica a todo el hombre. La diferencia entre animal y hombre le
parece sólo cuantitativa y no cualitativa, y todo aquello que la metafísica
cartesiana atribuye al alma puede ser explicado, según él, como modificación de
la materia: incluso el pensamiento que no es más que una prolongación de la
sensación, común a todos los animales y completamente material.[1]
Otro antecedente es la antropología física del siglo
XIX, seguido por las investigaciones genéticas realizadas durante el Tercer
Reich alemán y llegamos a las posiciones actuales desde los grandes
emprendimientos científicos operados en el campo de la biología desde 1970
hasta hoy.
Tecnoutopías
Este tipo de manipulaciones en el cuerpo hoy ya son
posibles y no solo posibles en términos científicos sino en términos
culturales, y en este último término se torna más grave porque es aceptar sin
ninguna crítica que la naturaleza humana es algo alterable de por sí. Tenemos
ya mucha ideología en torno de la negación de que haya una naturaleza humana,
por ejemplo el positivismo que estableció la visión del hombre sin naturaleza y
sólo con historia. Está Sartre que en su libro El
existencialismo es un humanismo, niega que haya una
naturaleza humana, una naturaleza universal, pero afirma que existe una
"universalidad humana de condición" según las situaciones
históricas de cada época.
Existen
hoy otros conjuntos de condiciones para poner en duda el concepto de humanidad,
la posibilidad de sexo voluntario y el concepto de género establece toda una
variante sexual que hasta entrado el siglo XX la humanidad no contempló. Esto se convierte en una variable de ajuste
demográfico urbano que genera un choque
de costumbres, pero existe una
adaptación y aceptación en las generaciones juveniles. La aparición de estos
colectivos de género (feministas, travestis, homosexuales) tienen funciones
políticas, culturales y económicas. Estos grupos de género crearon una militancia
destinadas a golpear sobre la ley, en algunos casos la modifican y quien no las
acepte queda fuera de la ley. Es un movimiento que impacta en el derecho y como
se dijo al principio están avalados por los defensores del derecho. Esto trae la
descomposición de la familia tradicional y contribuye a un modelo social sin capacidad
de ahorro, contrario a la época de la sociedad urbana industrial clásica y el
estado de bienestar.
El
Transhumanismo va siguiendo estas ideas para aplicarlas en sus tecnoutopías, y
tengamos en cuenta que estas utopías están desde el ingreso a la modernidad,
siempre se ha visto que el hombre es algo posible de ser transformado y
modificado hasta circunstancias impensables. Aquí están el conjunto de
elementos que llevan a suponer la viabilidad de estas posiciones, el argumento
es este: En la Antigua Roma las personas
alcanzaban un promedio de vida de 25 años. En 1901 los hombres vivían hasta los
45, mientras que las mujeres lo hacían hasta los 49. En la actualidad una
persona con 45 años se considera joven y la expectativa de vida oscila entre
los 70 y los 80 años (en la Argentina es 74). Siguiendo estos parámetros, se
pregunta el sociólogo Peter Healey, uno de los organizadores de la conferencia
en Oxford, "si los descubrimientos médicos y científicos continúan, ¿por
qué las personas no podrían vivir más allá de 100 años?”. Pero,
¿cuáles serían los avances necesarios para ser posible la vida luego del
centenario?
Según
los transhumanistas , en un futuro relativamente cercano será posible utilizar
terapias del tipo genético y otros métodos biológicos para bloquear el proceso
del envejecimiento y estimular el rejuvenecimiento y la reparación de los
tejidos en forma indefinida y es posible que una tarea de este tipo solo pueda
ser llevada a cabo por la nanotecnología, un
conjunto de técnicas que se utilizan para manipular la materia a la escala de
átomos y moléculas.[2]
¿A
que va unida la superación del concepto de humanidad? Está unida a una concepción
epicúrea de la vida, prolongar el placer y descartar el dolor. En nuestra sociedad hoy esto se busca en el
consumo de drogas, pero estas dan placer y euforia momentáneamente hasta que se cae en un pozo depresivo, para después
volver a consumir.
La medicina
transhumanista viene a superar al consumo de drogas, junto con la industria
farmacológica utópica lograrán, que no se caiga en ese pozo depresivo sino que
sea permanente el estado de placer y euforia. Hay que erradicar la totalidad
del sufrimiento humano y está la tecnología para lograrlo. Para esto hay que
apropiarse del sistema nervioso humano y para lograr un placer permanente y
sostenido, tenemos que mutar biológicamente, complementando con tecnología las
deficiencias biológicas humanas.
Nos dice David Pearce:
¿Un nuevo “mundo
feliz”? Este argumento es más complicado de desmontar con rotundidad. La
biotecnología puede reforzar al ciudadano individual más que al Estado. Por
ejemplo, mejorando la iniciativa para incrementar la autonomía personal y la
participación activa en la sociedad. Por contra, la baja iniciativa está
asociada a la subordinación y al retraimiento social. El soma de
Huxley estaba equivocadamente recomendado como una “droga de placer ideal”.
Verdaderamente la farmacología utópica superará eso. [3]
Verdaderamente la farmacología utópica superará eso. [3]
Por eso el
transhumanismo se propone lograr mediante la tecnología la superinteligencia, el
bienestar por el control de los centros de placer y nuevas drogas para mejorar
la personalidad, nanotecnología molecular para alargar la expectativa de vida y
así llegar a una existencia posbiológica.
¿Cuál sería la
importancia de la corporación medica para el transhumanismo? Se fundamenta desde el paradigma del modelo médico
hegemónico, o sea el triunfo del modelo industrial y legalista de la medicina.
El conflicto puede
producirse por la limitación o la ilimitación de la investigación científica,
aunque ya hay antecedentes en la Alemania nazi, con las experimentaciones con
seres humanos del doctor Menguele. Estas prácticas en su momento no tuvieron
objeciones morales al ser legitimadas por la población.
Ahora bien, el problema
radica en que hay un sector de la población que va a definir que es humano y
que no, en la Alemania nazi pasó lo mismo, se quitó la condición de humano al
judío y por eso pudieron ser posibles los experimentos. Entonces nos cabe la
pregunta ¿Quiénes son los que van poder acceder a este desarrollo? por
supuesto, tenemos que tener en cuenta que estas ideas provienen del mundo
anglosajón y por lo tanto se crea un nuevo “centro y periferia”, porque en el
estado actual que se encuentra la humanidad esto se presenta como inviable. Por eso quienes alcancen este desarrollo será
un pequeño sector de la humanidad y serán los que determinen que es lo humano.
En esta posibilidad de salto social, cultural y biotecnológico estamos hoy en
la frontera, porque desde el punto de vista del conocimiento, la tecnología es
conocimiento que produce el ser humano, pero esta tecnología no se distribuye
equitativamente, entonces la tecnología define la separación entre sociedades
mucho más violentas que la pudo haberse planteado en el siglo XIX y el XX, donde
la disponibilidad o indisponibilidad del bien tecnológico determina que quien
no posee pierde humanidad.
Críticas
al transhumanismo.
La Iglesia ya levantó
su voz contra esta utopía que quiere jugar a ser Dios, desde la página religión en libertad nos alerta: “La perspectiva ética del transhumanismo es
plenamente utilitarista”,
afirma la doctora Elena Postigo Solana, profesora de Bioética en la Universidad
CEU San Pablo y miembro de la Pontificia Academia para la Vida. Postigo, pionera en el estudio de esta
corriente en España, ha analizado sus postulados y sus implicaciones bioéticas:
“En la teoría transhumanista la persona se reduce exclusivamente a
racionalidad: es persona solo quien aquí y ahora es capaz de razonar.
No es persona, en cambio, quien no está en condición de razonar, como los
fetos, los embriones, los discapacitados privados del uso de razón, las
personas en estado vegetativo persistente o en coma”, asegura.
“Se produce así una incapacidad para entender la dignidad ontológica, intrínseca, de todo ser humano. Se reduce al hombre a un ser material como otros seres, y entonces el poder tecnocrático o el poder político pueden decidir sobre su dignidad.
No hay más que recordar, por ejemplo, la afirmación “vidas no dignas de ser vividas”, empleada como criterio decisivo por las políticas nazis en la “Operación eutanasia T4”, que produjo la discriminación y la eliminación física de personas deformes o con demencias graves”, sostiene.[4]
“Se produce así una incapacidad para entender la dignidad ontológica, intrínseca, de todo ser humano. Se reduce al hombre a un ser material como otros seres, y entonces el poder tecnocrático o el poder político pueden decidir sobre su dignidad.
No hay más que recordar, por ejemplo, la afirmación “vidas no dignas de ser vividas”, empleada como criterio decisivo por las políticas nazis en la “Operación eutanasia T4”, que produjo la discriminación y la eliminación física de personas deformes o con demencias graves”, sostiene.[4]
Continuamos con esta
página: La peligrosa ambición de
dominio
Los partidarios del transhumanismo suelen afirmar que es el pensamiento religioso el que lleva al cuestionamiento ético y moral de sus técnicas; sin embargo, son muchos los filósofos y biólogos agnósticos y ateos que rechazan total o parcialmente sus postulados, como es el caso del teórico y politólogo Francis Fukuyama, el filósofo y sociólogo alemán Jürgen Habermas o el profesor Michael Sandel, de la Universidad de Harvard.
“El problema no es tanto el dominio de la tecnología sobre el hombre, sino la misma ambición de dominio y el poder que esta le otorga”, asegura el profesor Sandel. Una idea compartida por Fukuyama, que ha definido el transhumanismo como “una de las ideas más peligrosas del mundo”, porque “altera la naturaleza humana y el concepto de la absoluta igualdad entre todos los seres humanos, que es el fundamento de toda sociedad democrática”.[5]
Los partidarios del transhumanismo suelen afirmar que es el pensamiento religioso el que lleva al cuestionamiento ético y moral de sus técnicas; sin embargo, son muchos los filósofos y biólogos agnósticos y ateos que rechazan total o parcialmente sus postulados, como es el caso del teórico y politólogo Francis Fukuyama, el filósofo y sociólogo alemán Jürgen Habermas o el profesor Michael Sandel, de la Universidad de Harvard.
“El problema no es tanto el dominio de la tecnología sobre el hombre, sino la misma ambición de dominio y el poder que esta le otorga”, asegura el profesor Sandel. Una idea compartida por Fukuyama, que ha definido el transhumanismo como “una de las ideas más peligrosas del mundo”, porque “altera la naturaleza humana y el concepto de la absoluta igualdad entre todos los seres humanos, que es el fundamento de toda sociedad democrática”.[5]
A
modo conclusión
Sea como fuere, aunque
creamos que el transhumanismo sea ciencia ficción está ya desarrollándose entre
nosotros, los movimientos revolucionarios de género, ecologistas, etc. le
están allanado el camino. El Unabomber fracasó y el avance tecnológico nadie lo
puede parar.
¿Qué nos queda?
¿Podremos resistirlo? ¿Habría que resistirlo? ¿Seremos la especie a eliminar? Y
si nos llega la oportunidad ¿nos convertiríamos en poshumanos? Quizá las
respuestas a estos interrogantes sea NO, pero si lo vemos de este modo ¿No
haría uno lo que sea por salvar la vida de su hijo? La ecografía hoy puede mostrarnos
que un bebé puede venir con una malformación que se llama trisomía 18 y es
incompatible con la vida, y si tuviese la posibilidad de modificar mediante
nanotecnología ese cromosoma18 para que ese bebé pueda vivir ¿Habría objeciones
éticas hacia quienes juegan a ser Dios?